martes, 15 de octubre de 2013

Baile de Epifanía

 
sepia, antiguo, poema, calor

     El saxofón se alzan en suaves notas que bajan a ritmos pasionales. La frescura de la noche lo atraviesa todo. Nos invita a abrazarnos, a bailar, a girar, a disfrutar de la alegría en el resguardo caótico donde decenas de pies acarician el piso y las paredes nos esconden el detalle del tiempo, haciéndonos sentir por encima de él. En mis labios el calor del Brandy se esparce y yo misma me vuelvo calor circundante.

Perdiendo la Fe en mí.


Timbran agudos los sonidos que perturban al oído, como delgadas navajas que viajan rápido hacia el centro. Oigo silbar al viento, queriendo llamar mi atención"Esto ya lo conoces. De esto ya hemos hablado" 
¡Y es cierto! 
¡Pero aún hoy me siento morir! ¡No veo el cielo ni sus astros o a la luz llegar al prado!
Amor
Mi amor
A un cuarto de distancia la pared se torna blanca. Oigo sus palabras retumbar salir aulladas a mitad de las montañas, sueño imitación de la copia flagrante que en ventanas vieron. 
Como maldiciones a un infante
Como las mentiras resguardadas que no salen.
Son ellas en su completa naturalidad, palabras secas que no valen nada.
Soy yo, en total ausencia del espectro al no hallar ese confort.
Agudas timbran y perturban mis oídos, lacerándome el ego, recibiendo aquella duda como vino y centeno, fracturando mi espíritu.
Perdiendo la Fe en mi.