No puedo decirte que cada mañana al despertar, la primera idea o pensamiento que nada en la superficie se trata de ti. Sería mentira; me despierto tarde. Y además, ¿cómo vas a creerme? No hay razones. Cómo explicarte que en cada alegría me decepciona no poder contarte.
No puedo decirte porque no vas a creerme, y aunque lo hicieras, aunque
me creyeras, nada cambiará. No me aguarda un premio al final de tanto llanto y
todos estos años reflejarán mi ingenuidad. Mis secretos son ceniza en el
viento: Los muertos y los desinteresados actúan igual ante las palabras
sinceras.